¿Qué es la Biografía Humana?

La biografía Humana es un método de indagación personal creado por Laura Gutman a raíz de sus más de 30 años de experiencia profesional.

¿En qué se basa?

Está comprobado que nuestras vivencias infantiles nos marcan de por vida. Este trabajo de indagación personal es crucial para poder entender, amar, escuchar, acompañar… más y mejor a tus hijos. Teniendo en cuenta el diseño original del ser humano, nacemos inmaduros y totalmente dependientes de los cuidados de mamá o de una persona cuidadora.

La familia marca a nuestro personaje

El escenario de infancia es la energía que predomina cuando crecemos en una familia determinada, y determinado principalmente por la figura materna. Y para poder sobrevivir a ese escenario los niños vamos creando un personaje el cual se va alejando de nuestro ser esencial. Y así vamos creciendo y dando más peso al personaje que al ser esencial, pues eso es lo que nos permite sobrevivir.

Nuestros hijos son nuestros espejos

Al llegar a adultos, vamos funcionando más o menos dentro de esos personajes y en la mayoría de los casos sin darnos cuenta. Y un buen día, cuando devenimos padres y madres, nuestros hijos nos empiezan a demandar mucho o no se portan como uno quisiera o no come lo suficiente, y un montón de cosas que realmente no son más que discursos engañados, porque realmente la raíz del problema es que los niños nos hacen de espejo de toda esa sombra que es todo aquello que un día tuvimos que reprimir para adaptarnos a una sociedad totalmente enferma.

Ser madre o padre se convierte en  una oportunidad

Esa crisis vital que atravesamos al entrar en la maternidad/paternidad, u otras crisis vitales de la vida, podemos convertirlas en verdaderas oportunidades para volver a conectar con nuestra verdadera naturaleza, con nuestro ser esencial que ha sido silenciado. Además si somos padres y madres es una preciosa oportunidad para darles todo aquello que no tuvimos nosotros, todo aquello que nos faltó. Y mágicamente al darles lo que nosotros no tuvimos comenzamos a sanar nuestra herida primaria, nuestro niño interior comienza a sentirse feliz de nuevo.
Escuchar a nuestros hijos, darles espacio, ir a su ritmo, adaptarnos a ellos y no ellos a los adultos, brindarles acompañamiento respetuoso, porque ellos son los niños y no nosotros. Solemos estar hambrientos de recibir cuando la etapa de recibir fue siendo niños, ahora de adultos nos toca dar.

Recapitulando, cuando somos adultos solemos seguir en unas dinámicas infantiles que no nos dejan ofrecer al mundo todo nuestro potencial, no podemos hacernos cargo de nuestras vidas desde el adulto real que hoy somos porque seguimos anclados en dinámicas infantilizadas sin ser conscientes de ello.